Mi sangre es veneno.
Corre el peligro por mis venas.
Adicta.
Soy el símbolo
parco del silencio:
esa mirada.
Toda explicación
se resume en el enigma
que sostiene la sombra.
Dejo constancia
—como quien cincela una piedra—
de mi maldición lanzada a tus lunares.
Tienes la virtud de desarmar
pistas y artilugios
con el beso
que dibujas
en mi espalda.