Libros, Lo que siento, Visto

Para hacerlo bien.

Rueda. Dorada. «Lágrimas negras», Gustav Klimt

Ayer lo hice sin instrucciones. Libremente. Mecida por la emoción. Agradecida. Puro surrealismo rodando por mis mejillas. ¿La causa? Poco importa públicamente. Diré por toda pista que el alma, tan intangible ella, se deja acariciar por las palabras adecuadas. Y aunque reniegue de las tristes, esas que no produzco;  guardo, atesoro, una a una las palabras que indujeron esas otras,  lágrimas dulces.

Soy meticulosa.  Tan peliagudo asunto impone un orden, como una receta:

Introducción

Las  de Julio Cortázar – Historias de Cronopios y Famas (1962)

«Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.»

Trabajo Práctico

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4 comentarios en “Para hacerlo bien.

Instilados de humor. Grageas de optimismo.