Fotografia, Poesía

Taxonomía

Para el que mira sin ver – Foto: Edna Rocío Romero Rojas

 

El mundo es diminuto.
El mundo es un aula
inclasificable,
infinita,
caótica.
Sin embargo
me condicionas.
Me pides clasificaciones innecesarias,
tan superfluas como mis mañanas.
Rebusco categorías
y dispongo los estantes.
Ordeno sin pausas.
Están los escapados del manicomio
y quienes gozan el ejercicio impar de su locura;
los maduros y los púberes.
Quienes fuman, quienes no
y quienes extrañamos hasta la última calada.
Quienes usamos gafas, quienes tendrían que llevarlas
y quienes ven con el alma
Los que se animan, los que ensayan
y los prudentes.
Los rectos y las hipérbolas.
Los reales, los imaginarios y los complejos
¡todos ellos tan números!
Encuentro poéticos y polizones,
Policías y ladrones.

Y estamos los que obedecemos
y también quienes nos rebelamos.
Y exclamamos susurrando,
tímidos y afónicos
no somos parte de tus divisiones.

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Fotografia, Poesía

Las horas y los números.

Man in three spaces – Ahmed Hashim

Encantamiento trunco

Se desmoronan los recursos
Los recuerdos
Te vas Número Tres
Se han ido otros
Pero vos:
Tan cimiento para mí
Tan incuestionable
Tan firme
Tan no sé qué…
Te marchas decidido,
Lóbrego insomne.

Nos soltamos
Cuando nos perdimos.

La despedida agoniza
entre mis dedos errantes.
Un número desolado
me da la espalda.
Se despeña desde un risco.
Un infinito sin su magia
me amortaja.

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Fotografia, Lo que escribo, Poesía

Nada es definitivo.

Según la coma el significado; por eso mi sintaxis tiene final (y medio y principio) abierto. La lectura compromete la intención. Te comprometo. Te invito a la reflexión. Me interrogo. [Me] Tiendo trampas.
Escribo para dejar espacios en blanco y también espacios ciegos y confusos. Además, escribo para demostrar. Aunque no olvido que mi método preferido es la reducción al absurdo. Esa exageración que, al no corroborarse comprobará, por oposición, todo lo contrario. Debe usarse científicamente con cuidado. Tiene más punch, como todo lenguaje, y logra un mejor efecto en el lector, lo que se afirma en lugar de lo que se niega. En otras palabras, no es un artilugio que se gatille sin consecuencias. Se me dispara la memoria y atesoro recuerdos que se modifican, que se olvidan apenas. Por eso apelo a los axiomas, esos bichitos indemostrables. Ahí vas Infinito corriendo tras algún espejo.

Puro

Sin agregados
ni diluciones
ni alteraciones
Sin mácula

Sin registro de conductor
Salvaje y libre
Domina los destellos de la luna
Aúlla sueños desmalezados
Mientras parpadean
mis luces de asalto
En apogeo.

Sabrás a calma:
te sentencio
El olor a lluvia
no será muerte.

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Libros, Poesía

El Número PI.

Enigmático número que seduces hasta el domador de lenguaje más bravío. Escapas al aburrimiento, irrepetible y diverso; singularmente monosilábico; imprescindible y dogmáticamente fundamental. Tu nombre trina. El mío, en tu boca, se apocopa.

Numero-Pi

«El admirable número Pi
tres coma uno cuatro uno.
Las cifras que siguen son también preliminares
cinco nueve dos porque jamás acaba.
No puede abarcarlo seis cinco tres cinco la mirada,
ocho nueve ni el cálculo
siete nueve ni la imaginación,
ni siquiera tres dos tres ocho un chiste, es decir, una comparación
cuatro seis con cualquier otra cosa
dos seis cuatro tres de este mundo.
La serpiente más larga de la tierra suma equis metros y se acaba.
Y lo mismo las serpientes míticas aunque tardan más.
El séquito de dígitos del número Pi
llega al final de la página y no se detiene,
sigue, recorre la mesa, el aire,
una pared, una hoja, un nido de pájaros, las nubes, hasta llegar directo al cielo,
y perderse en la insondable hinchazón del cielo.
¡Qué breve cola la de un cometa, cual la de un ratón!
¡Qué endeble el rayo de un astro si se curva en la insignificancia del espacio!
Mientras aquí dos tres quince trescientos diecinueve
mi número de teléfono la talla de tu camisa
el año mil novecientos sesenta y tres sexto piso
el número de habitantes sesenta y cinco céntimos
dos pulgadas de cintura una charada y un mensaje cifrado
que dice vuela mi ruiseñor y canta
y también se ruega guardar silencio,
y se extinguirán cielo y tierra,
pero el número Pi no, jamás,
seguirá su camino con su nada despreciable cinco
con su en absoluto vulgar ocho
con su ni por asomo postrero siete,
empujando, ¡ay!, empujando a durar
a la perezosa eternidad.»

Wisława Szymborska (1923 – 2012) – Paisaje con grano de arena (Antología 1957 -1993)

Traducción:  Ana María Moix y Jerzy Wojciech Slawomirski

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Dibujos, Poesía

Los números.

Dibujo de Jorge Luis Borges, © Alfredo Sábat

Me persiguen.
Ellos.
Ordenados.
Pretéritos y Futuros.
Infinitos.
Tantos.
Muchos.

Desde un rincón de la juventud y la memoria vuelve este poema de Roberto Alifano:

Poética argentina

Infinitos los números acechan
desde cada rincón de nuestra vida.
Son los años, la trama, la perdida
heredad de las horas que se estrechan.
Cada número es símbolo de acero,
desencanto o encanto, hegemonía,
precisión matemática, grafía.
Es la espada herrumbrosa del guerrero.
Insensibles, exactos, terroríficos,
se aferran a una lógica implacable
cifrándonos la historia inapelable.
Son a veces soberbios y magníficos.
Somos fugacidad no precisada,
números somos. Somos tiempo, nada. 

Roberto Aifano

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