¿Hay algo más triste que los vestigios del fuego, esas mortajas?
Tocó el frío del marfil
en la llanura.
Un gris inesperado
pintó sus labios.
Donde hubo fuego
nada queda.
Aquí
yace.
Allá
murió la hoguera.
El silencio es una boca de piraña.
¿Hay algo más triste que los vestigios del fuego, esas mortajas?
Tocó el frío del marfil
en la llanura.
Un gris inesperado
pintó sus labios.
Donde hubo fuego
nada queda.
Aquí
yace.
Allá
murió la hoguera.
El silencio es una boca de piraña.
Es así. El fuego vive del calor y el calor del fuego. Y ocurre. Que no quedan calor ni fuego: demasiada muerte.
Poeta, como siempre, Veronica. Un abrazo.
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Alfonso, mi querido, se me hace extraño no hablarle a Sofía, a Madame… 🙂 ¿Qué queda cuando nada queda?
Los amigos, siempre. Un abrazo.
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Mi Vero, siempre quedará un pequeño rescoldo que avive el fuego. Mi abrazo, siempre.
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El silencio … qué miedo.
Feliz viernes antigua, inmejorable y algo olvidada por mi decadencia física, compañera
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Magistral
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Bravo … no cambies nunca
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