La asignación del individuo,
sus características inmanentes,
garantizan que, de una forma u otra
termine arrojado en el medio de la vida
como alma que espera un tren,
obrero en la madrugada rancia.
Entonces:
bronca en los albañales;
barrio
para el que pide y el que no;
pero todos en la espera
de la lenta e improbable
(mala) voluntad del dios.
El hambre llega
fija y firme como garúa.
¡Presente!
grita la hinchada
y la goleada cae desde la tribuna.
Después, el pan
más allá el circo
y el convencimiento.
Y un lunes al que le robaron su domingo,
doble ración de esperanzas,
amaga.
Tengo frío sin vos
que me hiciste sujeto
y me sacaste del anonimato
para estrellarme de nuevo
en el tinglado de la espera
y un tranvía
sin nombre, sin deseo.
«Entonces:
bronca en los albañales;
barrio
para el que pide y el que no;
pero todos en la espera
de la lenta e improbable
(mala) voluntad del dios».
La idea de ser todos iguales ante dios, me parece, es una imagen desoladora. Porque ahí no importa nada, salvo que se tuvo vida y, teniéndose vida, hay muerte. Todos mueren tanto como viven. Y cada cuál cree que la vida es una cosa, y puede vivirla a su forma, pero en la muerte las creencias no importan. Así creas en un dios o en otro, o en ninguno, si existen todos o si no existe ninguno, entonces a todos les pasa lo mismo. Y el cuerpo reacciona igual.
Es una idea mórbida si las hay, pero creo que es lo que subyace ante la «(mala) voluntad de dios», y haces bien en ponerlo en paréntesis, porque no creo que en un dios haya voluntad que no lo sea.
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La imagen de la igualdad me resulta desoladora, con o sin dios. ¿Será porque prefiero la equidad?
Un abrazo hereje.
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Es desoladora.
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Tu último verso, me sugiere tristeza por haber sido descubierto y después lanzado al frío del olvido.
Me sigues maravillando, Vero.
Besetes desde este lado del mar…
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Descubierto y desamparado vaga el verso y vaga el obrero. ¿Yo? Apenas artesana de letras.
Besos desde aquí hasta allí.
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Muy bueno, Verónica.
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🙂 Espero que me lo estés diciendo «a dos voces» 😉
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Y si pudiera, ¡¡¡a cuatro!!!
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Tennesse Williams se infiere en el título del poema…
Bravo por el toque existencialista…. ¨Estamos arrojados a la existencia¨, diría Sartre.
Te felicito, Vero…. Este poema es ciertamente poderoso y me gusta mucho también su veta social. Un abrazo inacabable. Aquileana ⭐
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Y nuevamente, Tennessee Williams al final: ¨Un tranvía llamado Deseo¨… Me encantó que incluyeras estas obras de teatro del autor, en el título del poema y al final del mismo…. Abrazos! Aquileana ⭐
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Esos son mis pequeños, deliberados juegos conmigo misma y la búsqueda de la simetría, de algún modo. 🙂
Un abrazo grande.
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Bueno; sabiendo de mis preferencias existencialistas, no puedo menos que aplaudir la idea del poema, aunque me quedo a mitad de camino con respecto a su ejecución. «… termine arrojado en el medio de la vida / como alma que espera un tren» está muy bien; y el verso «Y un lunes al que le robaron su domingo» es una fuerte síntesis que resume muchísimo.
Cariños.
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Eso me da un impulso para la mejora ineludible.
Un beso viajero.
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«Después, el pan
más allá el circo
y el convencimiento.
Y un lunes al que le robaron su domingo,
doble ración de esperanzas,
amaga.
Tengo frío sin vos
que me hiciste sujeto
y me sacaste del anonimato
para estrellarme de nuevo
en el tinglado de la espera
y un tranvía
sin nombre, sin deseo».
Pasado un andar como de paseo, la poesía se calza las zapatillas: baila, patina, flota, navega como un velero con el viento favorable; de la mano del concepto, el ritmo.
Un beso como de maestrilla sin remedio.
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Un beso sosegado, que se serena con tu presencia y tu ritmo. 🙂
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Verónica, me repito y me reafirmo, eres una grandísima poeta. Hoy, de nuevo, lo has demostrado desde el primero al último de los versos. Felicidades y¡ gracias!
Un fuerte abrazo.
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Gracias, Isabel por alentar mis pasos e impulsar mis intentos.
Un beso enorme.
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Bravo, artesana de letras.
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Besos mi querido. No te pierdas. ¡Postea!
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Gran poema con carga ideológica y referencias literarias.
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🙂 Gracias. 🙂
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Ese ojo virtual que imagino
me enreda,
esa falta de deseo en las letras
me preocupa.
Si el dios no se ocupa no pidas permiso,
lucha,
tú misma,
como crece ese árbol que mira.
¡No fuiste tú!
No, pero hay miles con falta de luz
y en ti permíteme que les escriba
sin dar yo fe de vida ni ser tren de luz.
Tampoco se lo prometiste tú
que fue el dios que no existía.
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